Estaba escuchando el
otro día las declaraciones del iluminado nacionalista de turno, de esos que nos
toca soportar en estos lares de vez en cuando, y no pude menos que recordar un
párrafo de la Segunda Guerra Mundial (que he visto a veces titulada como Memorias)
que decía “si un gobierno no tiene escrúpulos morales, muchas veces parece
conseguir grandes ventajas y libertades de acción pero ‘al final todo sale a la
luz, aunque sea al final del día, y todo sale mucho más cuando acaban todos los
días’”. Ya saben que hace tiempo me resisto a escribir de política. La
indignidad de los que gobiernan y los que gobernaron es tal, que me dan nauseas
dedicarles unos renglones.-
Cierto
es que la indignidad no es sólo política, es social, se ha trasladado a todos
los poros de la sociedad, a todas las instancias, fluye en los juzgados, se nutre en la universidades. Crece en los
distintos organismos de la Administración. Crece en todos los poros de la
sociedad. Cada resolución injusta, cada preferencia a un criterio corporativo
en vez de a la justicia, cada vistazo a un progreso individual a costa de lo
que sea, significa que la indignidad crece y se multiplica. ¿Acaso no conocen
ustedes sentencias judiciales nauseabundas? ¿Quizás no han oído calificaciones
de universidades y similares basadas en amiguismos y cobertura de algún
profesor deleznable? ¿No han oído de funcionarios dictando resoluciones
mientras piden perdón al ciudadano amparándose en el cumplimiento de órdenes?.
Los escrúpulos morales han desaparecido del tejido social, esto es el vale todo
en todo, y si machacamos a nuestro convecino cada día, ya haremos penitencia en
esos mercadillos sociales o en esos sms solidarios que dejarán la conciencia
limpia, limpia, limpia. ¿O no?.-
Pero el grado de indignidad y el grado de borreguismo han
roto cualquier límite con el envite secesionista del referéndum y la tibia y
melindrosa respuesta de nuestro Gobierno. No, no se agobien; no pienso escribir,
al menos por ahora, de las mentiras de las balanzas fiscales, PIB autonómicos y
demás zarandajas, aunque si las chorradas caciquiles siguen por ahí, quizás el hastío me lleve a hacerlo. Tampoco
voy a volver a escribir el envite nacionalista que quiere llevar a una parte de
España a las aldeas feudales.. Ya lo hice hace dos años y lo que escribí ya se
ha cumplido… Si usted tiene curiosidad, lo puede encontrar en este blog en
octubre de 2012 ¿Para qué repetir lo mismo que ya está escrito? Eso se lo dejo
a tertulianos oportunistas que donde decían digo ahora dicen Diego para encanto
de ilusos e ingenuos, y, de paso, seguir cobrando del cuento. No, hoy les
escribo para compartir mi alucine, mi desolación originada por estos fulleros
secesionistas. Es un artículo largo, así que espero contar con su paciencia…
Verán ustedes, habrán oído lo de la consulta, lo del
censo y otras zarandajas diversas. Pero, ¿les han explicado las tres patas de
la consulta?. No, obviamente no. Mientras que el organismo creado para la
independencia proclama que después de la secesión los equipos catalanes
seguirán jugando en la liga española, que el estado catalán hará un pacto con
España para su viabilidad, o que los secesionados tendrán la doble
nacionalidad, es decir, el espíritu fascistoide de pretender imponer a los
otros la conducta que yo deseo que hagan, pasa de puntillas sobre la fase
previa, Si me permiten, les planteo mis dudas que van unidas a lo que un tal Biscaretti di
Ruffia utilizó para definir que era un
Estado, es decir, una población, en un territorio bajo un poder normativo. Y
conste, con carácter previo, que considero todo este proceso una demencia, una
locura. Pero incluso, a veces, hay algo de lógica en la sinrazón. ¿Aquí la hay?
Nacionalidad: Debo
entender que el que vote en ese referéndum será el futuro ciudadano del estado
catalán, que tendrá que optar entre la nacionalidad que posea previamente y esa
nacionalidad nueva que les otorgará el edén secesionista. Creo que es una suposición
coherente, porque si el que vota no va a ser el futuro nacional de ese Estado,
¿para qué vota? Lo malo es que esto que le puede parecer estúpido por obvio, es
tan importante que forma la nacionalidad del ciudadano. Para que se sitúe.
Usted, valiente explorador, llega a una isla en la que hay indígenas… Pasan los
años y decide hacer un referéndum para crear un nuevo estado. Entonces, o dice
que votan los que descienden de los que vivían en la isla, con lo que esos
nuevos colonos, y usted, no pintan nada, o dice que votan los que en ese
momento viven en la isla, con lo que se olvida de cualquier derecho histórico
de los primitivos habitantes… En Derecho internacional hay dos criterios básicos
para otorgar la nacionalidad, y se denominan ius sanguinis e ius loci.
Para que me entiendan; si un español tiene un hijo en Alemania, su hijo es
español (ius sanguinis), mientras que
si un mejicano tiene un hijo en Estados Unidos, ese hijo es estadounidense (ius loci). Obviamente este sistema tiene
ajustes para evitar situaciones extrañas e injustas, pero si quiere profundizar
se lo dejo a su interés investigador. A usted le puede parecer baladí, pero el ius sanguinis permitió que un puñado de cónsules
y embajadores españoles salvaran miles de vidas de judíos en la II Guerra
Mundial diciendo que un descendiente de sefardí era español aunque hubieran
pasado cientos de años… Ya sé que el tema era más complejo, siempre lo son,,
pero la base era esa… Sigamos en el ejemplo… Si los secesionistas aplican el ius sanguinis, primero tendrán que
definir quién es catalán, es decir, definir qué criterios sanguíneos dan el
pedigrí de ser catalán. ¿Una generación? ¿Dos? ¿Tres?. El ius sanguinis suele enlazar con la historia, con los orígenes, con
la existencia de una entidad preexistente. Si usted crea un estado nuevo, y olvida
e ignora la historia previa, forma esa nueva entidad con los que viven allí en
ese espacio temporal. Si yo digo que soy español, es fácil afirmarlo; nacido en
Madrid, padres zamoranos y segovianos, ascendentes astures, gallegos, vascos,
valencianos, castellanos…, en resumen, español, ¿no?. Generaciones de historia, de cultura, de
convivencia, de peleas, de esfuerzos en común, de proyectos, desilusiones, de
vida. La mochila de lo que es el Estado más antiguo de Europa. Bien, pues para
nuestros muy hispanos secesionistas, ¿Quién vota?. Un hijo, nieto y bisnieto de
catalanes, que está empadronado en Zamora, ¿vota? Y un hijo de marroquí y
paquistaní nacido en Salou, con un dni español dado por un gobierno español,
¿vota? Si optan por el ius loci, por
favor, déjenme de zarandajas, de mitos y de gilipolleces. Si vota el que vive
allí, a secas, no pretenda que es heredero ni siquiera de sus mitos inventados.
Si el que vota es el catalán pata negra, por favor, defina antes quien es ese
catalán con pedigrí… En resumen, primera trapisonda de tahúr cutre y miserable.
Nuestros muy hispánicos secesionistas, traidores a la Patria, no dicen quién va
a votar. ¿Tan difícil es? ¿O acaso hay miedo en decirlo?… Y lo trágico no es
que nos vendan la moto, es la cantidad de ciudadanos tragando y defendiendo lo
indefendible… ¿Por qué será que sigo pensando en Churchill? ¿Por qué pienso en
una sociedad sin escrúpulos morales? Pero también pienso que estos fanáticos
pueden empezar englobando a los que viven allí y, en un futuro no muy lejano,
derivar hacia los RH, la raza, la sangre, es decir, el camino que tantas fosas
comunes se han dado en Europa…
Territorio.- He preguntado a apreciados
secesionistas cual es el criterio de territorio y sólo he obtenido silencios.
Le ruego me acompañe despacio, paso a paso, cada pie en este campo minado,
dejando sólo lo real y aparcando lo aprehendido. Deje todo prejuicio, todo
pensamiento previo y, si le place, acompáñeme. Tenemos un referéndum basado en
los que viven en Cataluña. Es decir, definirá quien forma el estado catalán los
que vivan en Cataluña. Si no podemos definir quién es catalán más que por la
mera residencia, tendrá que convenir conmigo en que esa Cataluña que se quiere
escindir no tiene base histórica, sólo tiene la base del que vive hoy en día… En
caso contrario, votaría ese catalán pata negra aún por definir. Y si no hay
catalán pata negra, convendrá conmigo en que votará el que vive en Cataluña,
entendida como una división administrativa de España. No tiene mucho sentido que
la creación de ese Estado se base en una mera distribución administrativa
previa del Estado Español (o, mejor dicho, de la Nación Española). Entonces,
lógicamente, ese referéndum tendrá que asumir la desagregación de esa división
administrativa en función de la voluntad de los que allí viven. Si no hay
catalanes pata negra, sólo catalanes por ser residentes, deberá respetar el
derecho de esos residentes en sentirse nacionales catalanes o nacionales
españoles. Así, por ejemplo, si Tarragona quiere ser española, habrá que asumir
ese derecho, o si el Valle de Arán manifiesta lo mismo, deberá respetarse. Lo
contrario sería una conducta neonazi, totalitaria y genocida. Si usted,
estimado lector, es secesionista, deje un momento su dogmatismo aparcado y
piense… Usted exige que se respete su derecho a decidir y ¿no quiere que
decidan otros? ¿Acaso su derecho es superior al del convecino? O es usted
coherente o es un totalitario peligroso… Sitúese por favor. Recuerde, si
quisiera otro resultado, debería cambiar quien vota, así que tendría que
definir quién es catalán de pura cepa y en qué territorio se encontraban esos
indígenas resistentes al poder expansivo e imperialista, pero usted sabe que
eso no existe… Así que, ¿dónde ponemos el límite? ¿Por municipios, por
comarcas, por barrios? ¿Llegamos a las comunidades de vecinos? El principio de
autodeterminación de los pueblos exige un pueblo separado y único que toma una
decisión de independencia. Si piensa usted en los hindúes durante la
colonización británica, existía un pueblo previo (o dos, si contamos musulmanes
e hindues) sometidos a una potencia colonial. ¿Cree usted que hijos, nietos o
bisnietos de generaciones mezcladas de todas las tierras españolas dan un
pueblo diferenciado? Lo aquí se está planteando es una secesión, es decir, un
mismo pueblo que quiere separarse por intereses espurios. Si usted busca un
ejemplo, vaya a la secesión norteamericana y ese derecho no hay principio
internacional que lo sustente.
Consecuencias
jurídicas: Si yo estuviera en el pellejo de ser ciudadano de un futuro estado
catalán, estaría muy preocupado por conocer cuál sería mi estatuto jurídico y
exigiría tanto a los que proponen esa secesión, como al Gobierno español un
pronunciamiento muy claro y concreto. He leído de todo... Pero el resumen que
he sacado es que hay una inmensa mayoría de secesionistas que piensan que al día
siguiente nada les cambiaría. Piensan en encender su televisor y ver un partido
Barça vs Real Madrid, seguir recibiendo sus pensiones del Estado Español,
viajar con el pasaporte del Reino de España, poder ir a trabajar a cualquier
parte de España sin problemas, seguir exigiendo infraestructuras del Estado
Español, tener a la Guardia Civil evitando el tráfico de drogas en los mares, y
así en todo, en resumen, seguir igual que hasta ahora pero, eso sí, con unas
recaudaciones fiscales exclusivamente para Cataluña. Piensan en una especie de
Puerto Rico, en un sí pero no, en una bicoca de Maná que les han dicho que les
corresponde por algún desconocido derecho divino.-
Y verán, esto sólo puede ser un ejercicio bien de
ingenuidad, bien de amoralidad, bien de inmadurez. De amoralidad porque
pretender seccionarse de un Estado con la pretensión de que siga pagando, de
que siga invirtiendo, y seguir vinculado en lo que sea favorable sólo puede
calificarse de golfería, de cutredad y sinvergonzonería llevada al máximo. De
inmadurez porque semeja a la conducta del adolescente malcriado que quiere irse
de casa de los padres para tener sus “festuquis” contando con que papá y mamá
van a pagar el cachondeo indefinidamente. Por ello prefiero pensar que es un
ejercicio de ingenuidad y de flta de información.-
Pretender una secesión implica destruir la Constitución
del 78 y destrozar un Estado. ¿Quién puede pensar que esa secesión no va a
implicar una obligación de optar entre la nacionalidad del nuevo estado o la
nacionalidad española? Es decir, se tratará de ser extranjero residente en
Cataluña o nacional catalán que será considerado extranjero en España y
sometido a las leyes de extranjería españolas. No creo que nadie, pensando
fríamente, pueda pensar que un estado escindido va a imponer al Estado
Español normas sobre doble
nacionalidad, extranjería, fiscalidad, etc. Todos los ejemplos de Derecho
comparado han supuesto la pérdida de la nacionalidad del Estado previo y la
aplicación a los sujetos de las normas más extremas de extranjería. De igual
manera debería exigir que les explicaran que ocurrirá con las empresas
radicadas en Cataluña, que se convertirían en empresas extranjeras, y
sometidas, en el resto del territorio español, a la normativa de cualquier
empresa extranjera, y así área a área de cada actividad social y económica.-
Si me da escalofríos la dinámica nacionalista, la
ingenuidad, que linda con la simpleza, de los que piensan que no se van a ver
afectados me causa estupor. ¿Es posible que alguien piense que una secesión no
va a suponer una modificación impresionante de los derechos y obligaciones de
esos ciudadanos del nuevo estado catalán en el resto de España? ¿Nadie les ha
explicado la normativa de bancos respecto a bancos radicados en terceros
países? ¿Nadie les ha contado como les afectará la fiscalidad como estado
extranjero? ¿Nadie les ha dicho que ocurrirá si pretenden trabajar o
desplazarse por el territorio español? Entiendo el silencio malvado de los que
dirigen esta marcha al abismo, pero no puedo comprender la falta de interés de
los que van a ser directamente afectados.-
En resumen, cada pata, cada base, cada puntal de ese
referéndum es una trampa maldita para los que se van a ver inmersos en ella.
Todos vamos a perder, pero, en ese
camino de demencia, si se lleva a cabo, no tiene marcha atrás pacífica. Las
tierras europeas están llenas de tumbas de ingenuos al que unos enajenados
llevaron al desastre. Quizás convendría recordar la frase que un amigo me dijo:
Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza y la historia, jamás.
Inocentes, tristes y perdidos inocentes.