viernes, 24 de diciembre de 2010

NAVIDAD


Es tiempo de navidad; recuerdo un párrafo de Hamlet que decía "que cada vez que se aproxima el tiempo en que se celebra el nacimiento de nuestro Salvador, el ave del alba pasa cantando la noche entera, y, entonces, según aseguran, ningún espíritu se atreve a salir de su morada. Las noches son saludables. Ningún planeta ejerce entonces maleficio, ni ningún hada ni hechicera tiene poder para encantar". Y no puedo, ni quiero, resistir la ocasión de desear a todos, unas felices fiestas, confianza en que el ave del alba cante, y que la obscuridad se retire a su cueva.-

            Se que hay muchos amigos, conocidos, futuros amigos, rivales, enemigos, indiferentes y desconocidos para los que la Navidad es un momento de dolor, de disgusto o simplemente de resignación. Sin embargo, la Navidad es un momento de reencuentro con nuestra niñez, con los valores que desearíamos sentir todo el año, con la esperanza en un mañana mejor.-

            Quizás hemos esperado demasiado del Niño que nace cada 24 de diciembre y de su mensaje; deseamos que resuelva nuestros problemas, que solucione nuestros conflictos, que cure nuestras miserias. Voto a bríos que es demasiado trabajo para un recién nacido, si no estamos dispuestos a apechugar con nuestra responsabilidad, si no queremos afrontar nuestra libertad, si no nos place cambiar nuestro destino y nuestra vida.-

            A los que no les gusta la Navidad o bien sienten el alma amarrida, o bien la nostalgia, la morriña, el recuerdo de épocas más felices, les genera rencor, desazón o, sencillamente, desilusión. Y sin embargo, el dolor nos acompaña en la vida, el recuerdo de los que cruzaron la última frontera, los sueños perdidos de la juventud, el brillo en los ojos del niño que fuimos… Y, por eso precisamente, la Navidad nos tiene que reencontrar con lo mejor que queda en nosotros, con ese reducto de ilusión, de fe y de confianza.-

            Desde estas líneas, a los que están, a los que ya se fueron, y a los que vendrán, que la estrella nos guíe a la luz que nunca debimos perder… Y que los magos, esos únicos reyes en los que creo, nos visiten para recordarnos que desde lo más humilde, desde lo más ínfimo, desde el sencillo pesebre en el que vive la ilusión, la paz y el amor, se puede, y se debe, hacer la revolución que cambie nuestro mundo definitivamente.-

            Y el mensaje de paz, de amor, de fraternidad, de justicia, el mismo que nació hace ya siglos en un perdido pueblo del Imperio Romano, es el que aún tenemos que conseguir.-

            Así pues, Feliz Navidad.