jueves, 9 de octubre de 2014

ESTA CLARO: LA CULPA ES DEL MUERTO

Aquellos que tienen la paciencia de seguir este blog recordarán que dos artículos atrás les decía que tenía la sensación asistiendo a la suelta de los cuatro jinetes del apocalipsis. Pues bien, uno ya le tenemos aquí, así que relájense y disfruten. Yo, para celebrar el glorioso acontecimiento de ser el primer país europeo que tiene el ébola, releí una obra de Camus titulada La Peste, y quiero compartir un párrafo por si se sienten ustedes identificados. Dice así “Las medidas tomadas eran insuficientes, eso estaba bien claro. En cuanto a las "salas especialmente equipadas", él sabía lo que eran dos pabellones de donde había desalojado apresuradamente a otros enfermos; habían puesto burlete en las ventanas, los habían rodeado con un cordón sanitario. Si la epidemia no se detenía por sí misma, era seguro que no sería vencida por las medidas que la administración había imaginado.” ¿Les resulta familiar? Sinceramente no se cómo terminará este desastre, pero algo sí que tengo claro. La culpa del ébola la tiene el repatriado, el perro y la enfermera, o dicho de otra manera, el cura, el animal y la funcionaria. Esto es la España cañí; pasen y jueguen señores…

            Después de la España de Pepe Gotera y Otilio que nos impuso el nefasto anterior Gobierno, viene ahora la conversión de España en la 13 Rúe del Percebe traída de la mano del presente Gobierno, así que no lo duden, África vuelve a empezar en los Pirineos, el tercer mundo ya ha llegado, porque, además de los ERES, los Gurtel, los nacionalistos inventándose la historia y llevándose la guita a Luxemburgo o donde les vaga, los terroristas en los Ayuntamientos, los fraudes, corruptelas y similares, por si eso fuera poco, viene ahora la chapuza nacional en forma de virus. Permítanme que primero haga un repaso a los tres despistes que nos han puesto y que les cuente luego lo que pienso de esta calamidad nacional, eso sí, les recomiendo que corran en círculos, se mesen los cabellos y griten, porque esto da miedo.

            El Cura, ni más ni menos; con el clero hemos topado, amigo Sancho. Por lo visto en esta España de pandereta, en la que vamos de solidarios, geniales y super guays, que se traiga a un cura es pecado de lesa patria. Pues no, miren. Me da igual que sea cura o seglar, espeleólogo o marciano. Este hombre era español, aquejado por una enfermedad gravísima y en un país en la que no tenía ninguna posibilidad de tratamiento. ¿Habría que haberle dejado allí?. Pero, ¿esto es una nación o una tribu cutre de personas que se miran al ombligo? Vamos a ver, si un español está en problemas, es obligación de la Nación ayudarle, sea un pesquero vasco en aguas infestadas de piratas, un cura con ébola, unos catalanes en mitad de la revuelta árabe en Egipto o un cooperante apresado por terroristas islámicos. Esa es la obligación del País, esa es la solidaridad que forma una estructura sólida, eso es lo que nos identifica como ciudadanos, eso es lo que nos puede ayudar a salir de esta sociedad de borregos; y eso es compatible con que se tomen medidas posteriores, de pago, de compensación económica, de sanción o las que se tercien. Pero aquí no, seguimos pensando en clave de tribu, “uga uga”, y que cada perro se lama su cipote. ¡Patético! A los que critican que se le trajera, ¿pensarían de otra forma si fuera su hijo, su padre, su tío o simplemente de su cuerda ideológica? Y a los que aún mantienen esa postura, ¿qué opinan del riesgo que están corriendo guardias civiles en las fronteras españolas trajinando con emigrantes de África? ¿O esos que saltan la frontera no pueden estar infectados? ¿Ponemos los tanques y las ametralladoras y disparo a matar para evitar el riesgo de  que lo traigan con ellos? ¡Perdón!, se me olvidaba, el español que la diñe, pero con el otro, el extranjero, hay que ser solidario y si la casca alguien que sea el de la civila, que para eso le pagan,. Antes yo pensaba que esta Nación tenía que ser analizada por un antropólogo como rara avis. Ahora creo que debe ser tratada por un psicólogo o un psiquiatra, porque se nos ha ido la pinza a todos.

            El perro, la bestia peligrosa y amenazante, el reservorio de virus en cuatro pata, vamos, ¡Paco (O Mariano, lo mismo da), qué viene el loboooo!. Un país serio y decente habría separado al perro, le habría puesto en observación (cuarentena, ¿recuerdan?) y habrían sabido si de verdad estaba enfermo o no. He intentado buscar un solo caso de contagio de perro a humano, y no lo he encontrado, por lo que tengo que pensar que los perros son inmunes al ébola, como al SIDA y a tantas otras enfermedades. Los que tenemos animales, mejor dicho, los que hemos convivido con animales, sabemos que los virus de las especies no se transmiten necesariamente (hay virus que compartimos y otros no). Claro, que un país serio también aprovecharía para conocer por qué los perros son inmunes, analizar su evolución… Pero aquí no, claro. Sé que para muchos de ustedes es un tema menor, pero para mí es una cuestión de respeto a la vida, de equilibrio, de civilización. No sé si saben que la gran mortandad en la Edad Media por la peste, que casi despuebla Europa, se debió, en gran medida, a la matanza de gatos que los politiquillos de turno de la época promovían. Y los bobos de entonces, no muy diferentes de los borregos de ahora, asentían y ejecutaban. Sin gatos, más ratas y ratones…  Ahora, nuestros políticos golferas siguen sin tener respeto alguno a la vida, bueno, digamos que tienen respeto a la vida que se dan con las tarjetas black que, todo hay que decirlo, han pagado los ilotas de siempre, es decir, usted y yo. Así que ante una situación desbordada, ¿qué hace el político de turno?, pues matemos al perro y así parece que controlamos la situación, cuando lo cierto es que no controlan nada, y este hecho sí que me ha puesto muy nervioso, porque demuestra la improvisación, la falta de ideas y el desastre en el que nos movemos. Pero vamos, aplican el refrán de siempre, “muerto el perro, se acabó la rabia”, eso sí, según un responsable le sedaron antes. Faltaría más, ¿pretendía hacerlo con un cuchillo jamonero? Pero, ¿en qué manos estamos? Pues no, no se ha acabado nada. Han matado a un animal sin necesidad, a un destruido a un ser que lo único que hacía era dar amor a sus dueños, uno de los cuales está jugándose la vida. Así es como se paga por estos mercachifles el servicio a España y a sus ciudadanos. Tomen nota señores…

            La funcionaria irresponsable que no guarda el protocolo porque, sin duda debía estar tomándose cafetitos… Sinceramente, llego a este punto y siento arcadas con tamaña injusticia, tanta maldad, el desborde de iniquidad, el grado máximo de ruindad. Sois despreciables, sois una calaña que esta Nación no se merece. Resulta que una enfermera, voluntaria, que arriesga su vida por un compatriota, ¿va a ser la responsable? Pero, ¿de dónde ha salido esta tropa?. Resulta que la que se juega la vida, su vida, no de la ministro de turno, la que arriesga todo lo que tiene, al final será la mala de la película. ¿Y mis conciudadanos escuchan y no los abuchean? Pero, ¿qué grado de estupidez tiene ya la vieja y vapuleada piel de toro?. De tanto pensar que nada nos llegaba, de tanto consentir en tropelías y golferías, de tanta dejación de derechos y responsabilidades, de tanta inhibición de los problemas que nos rodean, de tanto no es mi problema, no nos hemos dado cuenta aún de qué sí era nuestro problema, y ya lo vemos en la puerta. Feliz despertar…

            En esas estamos… Como aquellos que siguen este blog, masoquistas sin duda, ya sabrán, la historia me apasiona. Y una parte de la historia poco común es la historia militar. ¿A qué viene esto ahora? Se preguntarán. Bueno, porque si miran un poco en los libros sabrán que hay determinadas enfermedades que los mayores expertos son militares. ¿Por qué?, bueno, porque pueden ser usadas como armas bacteriológicas, y son los militares los que deben estar preparados para defender de un ataque de estas características. En los países serios están instalaciones de alta seguridad, con cámaras selladas, control permanente (¿dónde están las grabaciones?), vigilancia armada, cámaras de descontaminación (que, por cierto, habría evitado ese error de rascarse la cara. Pero, ¿no se descontaminan con lluvia de lejía al salir?). Lo que llaman centros con protección P4 y que sin duda habrán visto en algunas películas. ¿No les ha extrañado que llevaran al primer paciente a un centro médico civil, con personal muy cualificado, sin duda, pero que dudo hayan estado en contacto con determinados patógenos?. ¿Y no les ha puesto los pelos de punta el que ahora digan que hay que convertir el hospital civil en un centro de referencia? ¡Ah!, Pero, ¿no lo era antes?. Seamos claros, esto es un absoluto desastre, una sanidad repartida en califatos autonómicos, un gobierno central que no gobierna, que se gasta el dinero en financiar campañas separatistas en vez de dotar de medios contra riesgos reales a los que tienen que protegernos, un gobierno que permite que el dinero se vaya en rescates a los chiringuitos que disfrutaban, a órganos consultivos y de asesoramiento, en fin, al desmadre al uso. No lo duden, si no le llevaron a un centro de alta seguridad es porque no lo hay, ni civil ni militar. Y si no lo hay es porque el dinero se lo han gastado en otras cosas, y, mire, los recortes mal llevados se pagan. 

              Y miren, ¡qué quieren que les diga!. El domingo pondré la bandera española en el balcón, no por estos tunantes que nos gobiernan o nos han gobernado, será mi homenaje a la buena y decente gente que vive en esta nación, lo haré por el cura muerto, por los guardias civiles que se juegan la vida en la frontera, por los militares que nos defienden, por los desahuciados por el black bank, por los parados que mirar alucinados el fasto y boato de los que deberían sacar a España de su ruina, por la enfermera abnegada y heroica que se ha jugado la vida por intentar salvar a un compatriota, por las víctimas de terroristas que se visten ahora de púrpura (será teñida con la sangre de sus asesinatos), por todos nosotros que espero tengamos algún día los dirigentes que de verdad nos merecemos.