Hace tiempo que la política me
provoca un prurito insoportable. Es más, los sufridores que siguen este blog
saben que ya me he refugiado en la historia aunque sólo sea para ahorrarme el
suplicio de ver a esta caterva política haciendo el ganso en estudios televisivos,
saltando, bailando, diciendo memeces y pareciendo más feriantes de aldeas
innominadas que estadistas que van a regir nuestro futuro. Y en esas estaba
cuando un párrafo del libro que ha caído en mis manos, me trajo a un molesto
presente. El libro en cuestión es “España frente a los judíos: Sefarad” de
Cesar Vidal y el párrafo decía “Con las tropas musulmanas ya a este lado del
estrecho y un primer ejército godo derrotado, los hijos de Witiza descubrieron que
aquellos a los que habían llamado no iban a limitarse a ser dóciles
instrumentos”. –
Aunque
el libro trata de los encuentros y desencuentros de los judíos en la historia
de España, reconciliación que en mi modesta opinión vino de la mano de Sanz de
Brie y otro héroes anónimos para la inmensa mayoría de los españolitos en forma
de funcionarios civiles españoles en la II Guerra Mundial, el párrafo que les
he ofrecido trata del fin de la era postromana y la entrada en la Edad Media;
lo sé, según lo que nos enseñaron en la escuela, el inicio de la Edad Media se
data en el siglo V, pero dado que este es mi blog, y que soy libre para plasmar
aquí mis ideas, espero que me permitan mantener mi idea que basa la entrada en
la Edad Media en el siglo VIII, más concretamente, en el año 711.-
Las
sociedades no se diferencian mucho de los individuos. Llevamos nuestra mochila,
arrastramos nuestro pasado, con sus luces y sus sombras. Y en cada presente, el
futuro nos muestra una serie de líneas posibles. Somos nosotros los que
elegimos esa línea de posibilidades, pero las elecciones que hacemos obviando
nuestra mochila siempre estarán condenadas al fracaso, porque partimos de
continuidades históricas, de evoluciones desde nuestro pasado a nuestro
presente. Reconózcanlo, aquellas elecciones que han hecho olvidando sus
antecedentes vitales, lo que les ha llevado al presente, siempre salen mal.
Nosotros elegimos nuestro futuro, el que sea, o mejor dicho, la tendencia de
nuestro futuro, que la vida ya nos sorprenderá para bien o para mal, pero si olvidamos
nuestro pasado, la línea de futuro se dispersa, se nubla, nos lleva a un camino
de sombras, quizás festivas, quizás aparentemente gozosas, pero que
probablemente traerán una pesadilla después de las luces iniciales. -
En
el siglo VIII, los hijos de Witiza, atentos sólo a su interés, digamos en
lenguaje de hoy político, prefirieron olvidar
el pasado, renunciar a la herencia
hispanorromana, romper el futuro que podría haber hecho de Hispania la primera
potencia de Occidente y sumergir a nuestros antepasados en una era obscura,
siniestra, con sus luces, es cierto, pero caracterizada por la desigualdad, la
discriminación, la sangre y la humillación no sólo de los hispanorromanos sino
de aquellos cobardes que se unieron gozosos a los invasores. Por favor,
olvídense de las memeces que les han contado… El Islam en Hispania fue una
época de opresión, un desastre que ustedes no pueden ni imaginar. Cabezas
colgadas de las murallas, violaciones, saqueos, y el mayor mercado de esclavos
del mundo. El esplendor, las luces, sólo fueron aquello que los invasores
encontraron de los antiguos romanos… Que no les timen con una pretendida
Al-Andalus tolerante, respetuosa y pacífica, que estos chamarileros no les
vendan más motos….
Y
en esas estamos cuando veo y oigo las sandeces de los partidos de izquierda
españoles. Verán, nos han acostumbrado a una serie de chorradas y les
aprehendemos como normales. Pues no, verán, no es normal. Aunque no sea
políticamente correcto, quiero recordar una frase de un familiar que decía a
sus hijos, cuando empezaban las bobadas de la pubertad, una frase que casi se
ha convertido en norma de conducta. “Mariconadas las justas”, decía, y, qué
quieren que les diga, ahora, a mis cincuenta tacos, lo suscribo.-
La
continuidad histórica de la que les hablaba antes nos hace a todos, o casi
todos, hijos de la revolución liberal y también, como no, hijos de la época de
la revolución, con un contenido marcadamente de izquierdas. Vivimos en una
sociedad occidental con un devenir histórico complejo, turbulento y rico en
valores. Si usted pregunta a un paisano cualquiera, la mayoría de ellos estarán
de acuerdo en asumir los principios liberales y, a la vez, principios sociales.
El votante de izquierdas se hace actor secundario de la hora de la marmota
(gran película pardiez) en la que viven los partidos de izquierdas, para ser cómplice
de tonterías, mentiras y planteamientos suicidas; porque miren ustedes, en vez
de encontrarnos a unos partidos de izquierdas en los que primen propuestas de
carácter básicamente económico relativo a la redistribución de riqueza, carga
fiscal, protección social y gasto público, típicas de partidos de izquierda de
los países occidentales, y que permiten que en función de la situación de los
ciudadanos estos voten unas propuestas u otras de signo contrario, en España
parece que están sufriendo una especie de crisis de los cuarenta años con
conductas adolescentes e irresponsables.-
Así,
las actitudes más significativas, las que mayor importancia parecen tener para
solicitar el voto tienen varias patas, a saber, el ataque permanente al
cristianismo, la demonización de la idea de la Nación Española y la permanente
vuelta al año 1936, y todo aquel que les contradiga, como hacen los púberes
malcriados, será insultado, vilipendiado y marcado con el sambenito de facha o
retrógrado, con independencia de lo que piense o crea en otras materias. Pues
miren, a mi ya me trae al pairo…
Espero
que perdonen que este artículo se extienda, y si ya han llegado hasta aquí
alabo su paciencia y tolerancia, pero creo que debo (a mí mismo al menos)
justificar lo que planteo.
La
izquierda española (y hablo de partidos, no de sus votantes) se caracteriza por
una actitud hostil hacia el cristianismo. La alcaldesa de Barcelona dice
celebrar el solsticio de invierno, con lo que me planteo si sabe el carácter
espiritual de esta fiesta y si quiere que bailemos alrededor de un roble
rezando a los dioses celtas o la alcaldesa de Madrid pretende inicialmente
retirar los belenes para luego poner uno chiquitito y hablar de fiestas
multiculturales y a la vez desear paz, ¿paz? Si usted elimina el componente
cristiano, ¿por qué en esta época va a desear especialmente paz?. Otros
pretenden prohibir las procesiones de Semana Santa y lo más grave que he visto,
en las redes sociales, una persona de izquierdas llama a un sacerdote
pederasta, sólo por el hecho de ser sacerdote, y acto seguido hablar de los
musulmanes como hermanos, cuando en el Islam no hay ningún problema en casarse
con una niña de 12 años. Lo ´se, claro que hay sacerdotes pederastas, pero ni
la túnica hace al monje, ni la toga al jurista ni el uniforme al militar. En
cualquier organización hay gentuza, pero con independencia de los casos que
haya (y que deben ser condenados y castigados con extrema dureza), ¿acaso el
mensaje cristiano apoya la pederastia?.
Todo como
verán muy coherente. Pues creo que va siendo hora de situarse. España, les
guste o no, es un país occidental, que bebe de fuentes grecorromanas y
cristianas. Eso es así, y eso ha formado a las sociedades occidentales. Guste o
no guste la religión es un componente básico de la civilización, con
independencia de que se crea o no. Y la sociedad española del siglo XXI no
pretende un Estado confesional ni una intromisión religiosa en las normas
civiles. El que sea creyente, al igual que el que no lo sea, votará en función
de su conciencia, y ya está. Pero no se puede eliminar del propio sistema
cultural, de lo que nos hace ser como somos, de uno de los pilares de nuestra
civilización el hecho religioso cristiano, porque miren ustedes, la
multiculturalidad no existe, es incompatible la civilización occidental con la
musulmana, y lo más que se les puede permitir es una existencia respetada
siempre y cuando acaten y respeten los propios principios. Las sociedades
multiculturales terminan como la antigua Yugoeslavia, donde el conflicto entre
ortodoxos, católicos y musulmanes generó un río de sangre de extraordinaria
dureza. Si ustedes pretenden eliminar el hecho cultural cristiano por el
multiculturalismo, lo que al final van a conseguir es plantear quien manda, si
un sistema cultural islámico o un sistema cultural occidental.
De igual
manera, la izquierda española parece sufrir erisipela cuando se habla de Nación
Española. Parece que lo progre, lo que mola, es hablar de naciones discutibles
y discutidas. Se habla de bandera franquista, cuando nace en el siglo XVIII con
claros antecedentes de la marina comercial española de la Edad Media, se tolera
el silbido al Himno Nacional, y toda una serie de comportamientos que parece
que estén acomplejados de la propia Nación. Y sinceramente, me sorprende,
porque si algo ha caracterizado a los movimientos de izquierdas en el resto del
mundo, es la afirmación de la propia identidad nacional. No les voy a aburrir
con ejemplos que van desde la Revolución Francesa hasta la denominada por
Stalin la gran guerra patria, pero aquí, en la piel de toro, parece que el
objetivo es la destrucción sistemática de la idea de la Nación Española. Y,
¿qué pretenden?, ¿la tribu?. Claro, será para bailar alrededor del roble…
Y la tercera es
la vuelta, como la burra al trigo, al guerracivilismo. Miren ustedes, Franco,
al menos para mí, igual que la conducta de los partidos de izquierdas y los de
derechas antes, durante y después de la Guerra Civil es una cuestión histórica,
superada por el tiempo y por la Constitución de 1978. De aquel desastre de la
sociedad española debemos de aprender a no repetir errores, especialmente el
enfrentamiento por ideologías, y ese error, precisamente ese, es el que
pretenden repetir. Miren, los problemas en la España de hoy son problemas de
futuro, no del pasado. La reconciliación costó, fue dura, y supuso el
sacrificio de muchos implicados, de un signo y de otro, así que, en su nombre,
por su esfuerzo en perdonar y aceptar, por la nobleza y gallardía que mostraron,
por el ejemplo que dieron a las generaciones que veníamos después, dejen de
abrir viejas heridas.
Quizás los
nuevos partidos de corte más socialdemócrata europeo, como puede ser UPyD o
Ciudadanos, metan debajo del quillango estas majaderías, porque de seguir en
estas actitudes, al igual que los hijos de Witiza, serán causantes de un
desastre nacional. ¿Y la derecha?, se
preguntarán ustedes… Bueno, eso toca en el siguiente blog.