Llevo un tiempo sin escribir,
reflexionando si es más útil coger el hatillo y emigrar de este desastre al que
la gaviota popular y la flor mustia socialista nos han llevado, o desfogarse aporreando
el teclado. Y dado que lo de la fuga de la piel del toro sólo va a ser fácil
para los defraudadores y mafiosos a los que el gobierno del Sr. Rojoy quiere
indultar, habrá que amartillar palabras, al menos mientras este régimen
corrupto, pseudodemocrático y decadente nos deje, porque no se engañen, esto se
aleja a velocidad de la luz de un Estado social y democrático de derecho. Si mi
indignación, miedo y frustración ya eran grandes, el remate fue cuando oí
hablar al Sr. Presidente del Gobierno, que más parecía un autómata
radiocontrolado desde qué ciudad alemana él sabrá, que el Presidente del
Gobierno que ahora necesita esta Nación. Y más perplejo aún me dejó el aplauso
de algunas de sus señorías y el silencio culpable de otras; la mente que es
caprichosa y libre, me trajo un párrafo del libro España, una historia única,
que decía: “La sharia, que consagra
el tradicionalismo y el status quo, avaló en las sociedades de Oriente Próximo
y andalusí una estructuración tribal y clánica que impidió su evolución
política. La consolidación de estas estructuras reforzó la segmentación social
de al-Ándalus, en la que los linajes, no las instituciones, eran los
principales receptáculos de la lealtad política.”
La figura política del anterior
Presidente del Gobierno me recordaba a la de Godoy, el artífice del desastre
que sufrió España en el siglo XIX, y, sinceramente, la del actual Presidente
del Gobierno me recuerda a la de Boabdil, el último y cobarde rey de Granada,
aunque, me pesa decirlo, en esta ocasión el desastre planea sobre nuestras
cabezas y no sobre las del rival invasor, caos y ruina que vamos a padecer
provocado por una casta política depredadora que si alguna vez conoció la
vergüenza debió ser brevemente y causado por algún azar cósmico.
Y malo es que nos arruinen, nos
empobrezcan, que nos lancen a la miseria, pero al menos, tengan la dignidad de
no mentirnos, de no considerarnos patanes ni borregos, de no insultarnos con
sus mentiras para esconder sus abusos y felonías. Soy consciente de disfrutar
de un Presidente del Gobierno que, ocho largos años a la sombra del anterior,
aprehendió lo peor que éste tenía, y en pocos meses de mandato ya le iguala en
el derrumbe de la nación y va camino de superarle; pero le ruego que sea
sincero, no hable de sacrificios necesarios, no apele al patriotismo, no
mencione la solidaridad, ni corrompa conceptos como futuro, esperanza e ilusión.
Todos ellos son valores demasiado serios como para enmascarar la cruda y dura
realidad que no es otra que ustedes no están dispuestos a renunciar a sus
canonjías bajo ningún concepto, y que si para ello han de estrujar, aplastar,
arruinar e incluso masacrar, por ahora sólo anímicamente, a los ciudadanos, lo
harán sin que le tiemble el pulso.
Cada vez que usted habla de rebajas
de pensiones, yo le pregunto cuantos aeropuertos sin aviones, o con un puñado
de vuelos, han cerrado. Cada vez que habla de reducciones en sanidad, yo le
pregunto cuantos asesores han despedido, cada vez que usted sube el impuesto de
la renta de las personas físicas, yo le pregunto que parte de ellos van a pagar
las embajadas autonómicas en el extranjero, los defensores del pueblo
autonómicos, y toda la morralla administrativa que han montado para vivir del
cuento. Cuando usted quita pagas a los funcionarios, yo le exijo que me explique
donde ha ido el agujero de unas cajas en las que ustedes vivían a lo grande y
que hay que tapar con los sacrificios de los ciudadanos. Cuando usted sube la
luz, el gas, la gasolina, yo le exijo que me diga que Ayuntamientos ha
eliminado y para qué sirven las diputaciones provinciales y que obras
faraónicas están en liquidación . Cuando usted sube el IVA, le exijo me explique
detenidamente por qué tenemos más políticos que Alemania y más coches
oficiales que Estados Unidos. Cuando usted habla de recortes, que más parece
haber realizado un curso de corte y confección acelerado a distancia en alguna
extraña academia alemana que ser un político preparado para afrontar los retos
que tenemos en el futuro; usted no habla de reducir el desmadre autonómico, de recuperar
competencias, de eliminar agujeros negros presupuestarios, de suprimir empresas
públicas absurdas, fundaciones y entes fantasmas. Y le exijo porque soy
ciudadano, no súbdito, y quizás no sepa que en Castilla fuimos y somos hombres
libres, y que si se hizo jurar a un rey, mucho más le podemos exigir a Usted
que hable y no mienta.
Y
lo terrible, el drama real, es que todo
este sacrificio sólo nos va a hundir más en la miseria, cerrando empresas,
disminuyendo el consumo, aumentando el paro, reduciendo la producción,
espantando el turismo, y creando legiones de desahuciados y hambrientos en las
calles españolas, porque usted sabe que el cáncer es político, el veneno es la
estructura territorial española, las víboras están en el sistema financiero y en
las sedes de los partidos políticos que tocan poder, y usted agrede a los
ciudadanos, a los trabajadores, a los parados, a los pensionistas, a los
pequeños empresarios. Sinceramente, ¿no le parece una felonía?. Cada vez
empiezo a sentirme más como un ente extraño que vive un cataclismo nacional de
degradación social, moral, económico y cultural, la decadencia de un sueño que
ustedes se han encargado de destruir.
Así
que señor Presidente o lo arregla o se va, que le veo roncero en sus
obligaciones, y como preveo que la espantada es su camino, al menos tenga la
valentía de reconocer que nos ha mentido, que no sabe que soluciones tomar, o
que no se atreve a tomarlas, y que cuando se vaya le acompañen su cortejo de
mediocres e inútiles, que le escolten sus amigos nacionalistas, de un partido u
otro, y sus coleguitas socialistas. Dejen de tomarnos el pelo, que no nos
merecemos esta lepra política que padecemos, que nos destruye y nos devora. Sin
esta casta política, sin esta caterva de inútiles, sin estas mesnadas de
parásitos, sin este hato de truhanes, peplas y tunantes que viven a nuestra
costa, podremos salir, mejor y más fuertes, y quizás nos ahorremos todos verle
llorando como político, lo que no supo defender como Presidente del Gobierno de
España.