jueves, 12 de julio de 2012

CLARO QUE HAY SALIDA


             Llevo un tiempo sin escribir, reflexionando si es más útil coger el hatillo y emigrar de este desastre al que la gaviota popular y la flor mustia socialista nos han llevado, o desfogarse aporreando el teclado. Y dado que lo de la fuga de la piel del toro sólo va a ser fácil para los defraudadores y mafiosos a los que el gobierno del Sr. Rojoy quiere indultar, habrá que amartillar palabras, al menos mientras este régimen corrupto, pseudodemocrático y decadente nos deje, porque no se engañen, esto se aleja a velocidad de la luz de un Estado social y democrático de derecho. Si mi indignación, miedo y frustración ya eran grandes, el remate fue cuando oí hablar al Sr. Presidente del Gobierno, que más parecía un autómata radiocontrolado desde qué ciudad alemana él sabrá, que el Presidente del Gobierno que ahora necesita esta Nación. Y más perplejo aún me dejó el aplauso de algunas de sus señorías y el silencio culpable de otras; la mente que es caprichosa y libre, me trajo un párrafo del libro España, una historia única, que decía: “La sharia, que consagra el tradicionalismo y el status quo, avaló en las sociedades de Oriente Próximo y andalusí una estructuración tribal y clánica que impidió su evolución política. La consolidación de estas estructuras reforzó la segmentación social de al-Ándalus, en la que los linajes, no las instituciones, eran los principales receptáculos de la lealtad política.”  
       La figura política del anterior Presidente del Gobierno me recordaba a la de Godoy, el artífice del desastre que sufrió España en el siglo XIX, y, sinceramente, la del actual Presidente del Gobierno me recuerda a la de Boabdil, el último y cobarde rey de Granada, aunque, me pesa decirlo, en esta ocasión el desastre planea sobre nuestras cabezas y no sobre las del rival invasor, caos y ruina que vamos a padecer provocado por una casta política depredadora que si alguna vez conoció la vergüenza debió ser brevemente y causado por algún azar cósmico.

             Y malo es que nos arruinen, nos empobrezcan, que nos lancen a la miseria, pero al menos, tengan la dignidad de no mentirnos, de no considerarnos patanes ni borregos, de no insultarnos con sus mentiras para esconder sus abusos y felonías. Soy consciente de disfrutar de un Presidente del Gobierno que, ocho largos años a la sombra del anterior, aprehendió lo peor que éste tenía, y en pocos meses de mandato ya le iguala en el derrumbe de la nación y va camino de superarle; pero le ruego que sea sincero, no hable de sacrificios necesarios, no apele al patriotismo, no mencione la solidaridad, ni corrompa conceptos como futuro, esperanza e ilusión. Todos ellos son valores demasiado serios como para enmascarar la cruda y dura realidad que no es otra que ustedes no están dispuestos a renunciar a sus canonjías bajo ningún concepto, y que si para ello han de estrujar, aplastar, arruinar e incluso masacrar, por ahora sólo anímicamente, a los ciudadanos, lo harán sin que le tiemble el pulso.

             Cada vez que usted habla de rebajas de pensiones, yo le pregunto cuantos aeropuertos sin aviones, o con un puñado de vuelos, han cerrado. Cada vez que habla de reducciones en sanidad, yo le pregunto cuantos asesores han despedido, cada vez que usted sube el impuesto de la renta de las personas físicas, yo le pregunto que parte de ellos van a pagar las embajadas autonómicas en el extranjero, los defensores del pueblo autonómicos, y toda la morralla administrativa que han montado para vivir del cuento. Cuando usted quita pagas a los funcionarios, yo le exijo que me explique donde ha ido el agujero de unas cajas en las que ustedes vivían a lo grande y que hay que tapar con los sacrificios de los ciudadanos. Cuando usted sube la luz, el gas, la gasolina, yo le exijo que me diga que Ayuntamientos ha eliminado y para qué sirven las diputaciones provinciales y que obras faraónicas están en liquidación . Cuando usted sube el IVA, le exijo me explique detenidamente por qué tenemos más políticos que Alemania y más coches oficiales que Estados Unidos. Cuando usted habla de recortes, que más parece haber realizado un curso de corte y confección acelerado a distancia en alguna extraña academia alemana que ser un político preparado para afrontar los retos que tenemos en el futuro; usted no habla de reducir el desmadre autonómico, de recuperar competencias, de eliminar agujeros negros presupuestarios, de suprimir empresas públicas absurdas, fundaciones y entes fantasmas. Y le exijo porque soy ciudadano, no súbdito, y quizás no sepa que en Castilla fuimos y somos hombres libres, y que si se hizo jurar a un rey, mucho más le podemos exigir a Usted que hable y no mienta.

      Y lo terrible, el drama real,  es que todo este sacrificio sólo nos va a hundir más en la miseria, cerrando empresas, disminuyendo el consumo, aumentando el paro, reduciendo la producción, espantando el turismo, y creando legiones de desahuciados y hambrientos en las calles españolas, porque usted sabe que el cáncer es político, el veneno es la estructura territorial española, las víboras están en el sistema financiero y en las sedes de los partidos políticos que tocan poder, y usted agrede a los ciudadanos, a los trabajadores, a los parados, a los pensionistas, a los pequeños empresarios. Sinceramente, ¿no le parece una felonía?. Cada vez empiezo a sentirme más como un ente extraño que vive un cataclismo nacional de degradación social, moral, económico y cultural, la decadencia de un sueño que ustedes se han encargado de destruir.

      Así que señor Presidente o lo arregla o se va, que le veo roncero en sus obligaciones, y como preveo que la espantada es su camino, al menos tenga la valentía de reconocer que nos ha mentido, que no sabe que soluciones tomar, o que no se atreve a tomarlas, y que cuando se vaya le acompañen su cortejo de mediocres e inútiles, que le escolten sus amigos nacionalistas, de un partido u otro, y sus coleguitas socialistas. Dejen de tomarnos el pelo, que no nos merecemos esta lepra política que padecemos, que nos destruye y nos devora. Sin esta casta política, sin esta caterva de inútiles, sin estas mesnadas de parásitos, sin este hato de truhanes, peplas y tunantes que viven a nuestra costa, podremos salir, mejor y más fuertes, y quizás nos ahorremos todos verle llorando como político, lo que no supo defender como Presidente del Gobierno de España.