viernes, 8 de junio de 2018

DUDAS, SOLO DUDAS


Un buen amigo, al que, aunque hace años que no veo, las nuevas tecnologías permiten que mantengamos cierto contacto, me recomendó, las pasadas navidades, un libro; y créanme si les digo que es persona de juicio despejado y elecciones atinadas, así que una recomendación tan vehemente como la que me transmitió, no es cuestión de tomársela a la ligera.  Entre hago esto, leo aquello, surge lo otro, y los trasgos de la vida siempre enredando, no pude comenzar su lectura hasta hace unos días. Permítanme un pequeño juego… Yo comparto un párrafo y ustedes tratan de adivinar el contexto que detalla. ¿Les peta? Bueno, pues vamos al tajo; el párrafo que les he seleccionado viene a decir: “En esencia se entró en un círculo en el que exigían cada vez más competencias al gobierno, de modo que si este se negaba a otorgárselas, se fomentaba un discurso victimista y de desafección al Estado, al que se acusaba de déspota y centralista. En caso de concederse las competencias exigidas, se encontraban en una posición más fuerte para continuar demandando más y más poder, mientras el Estado se iba adelgazando y debilitando progresivamente en una confrontación que sólo podía tener su último capítulo cuando ya no quedara nada más que transferir, o sea, cuando se obtuviera la independencia absoluta”

            Sé que la lectura de ensayos de historia, aunque sea reciente, es harto farragosa para cierta clase política que, asentada en el Parlamento, prefieren leer periódicos deportivos o utilizar mantras del pensamiento único para utilizarlos como armas arrojadizas, no importa que sean ciertas o no; les voy a contar una pequeña anécdota… Un joven, viendo la bandera constitucional que llevaba me dijo, en tono correcto que conste en acta, que él prefería la republicana. Le pregunté ¿cuál? La cara de perplejidad me dijo todo; resolví la situación indicándole que la bandera actual, la nuestra, también fue republicana. Dado que iba a entrar en un cortocircuito, le recomendé que buscara en Google la imagen de la bandera de la I República Española; demasiada manipulación y falta de información en una sociedad en la que los medios de comunicación televisivos se han convertido en una fábrica de relatos y no en medios informativos, y los libros de más éxito son las novelas de la famosa de turno o la novela, adquirida compulsivamente por mujeres, en la que se narra cómo humillar a una mujer.

            Hace ya unos días viví un acontecimiento que me recordó al patético papel realizado por el Deseado mientras los invasores franceses machacaban a los españoles. Es la imagen que tuve y así se lo digo. Un Presidente de un Gobierno que ha sido incapaz de abortar un golpe de Estado perpetrado por independentistas, que pudiendo hacer, prefiere hacer como que hace pero no hacer nada para que todo siga igual, rodeado de un cenagal de corruptelas entre sus allegados y compañeros de partido, que horas antes alababa la visión de estado de un partido independentista vasco y de un partido socialista, que le plantean una moción de censura (¡Pero qué ojo tienes!) y hace lo que mejor ha sabido hacer en sus años de gobierno, es decir nada. Me recuerda lo que me contaban de un cómico de las postguerra española. Salía a un escenario con una bicicleta rota y aguantaba inmóvil hasta que el público empezaba a silbar. Muy serio se levantaba y decía “Les voy a ser franco, ni me marcho ni la arreglo”. Pues usted igual; lo suyo habría sido dimitir y dejar que los españoles decidieran quien quiere que les gobierne; también habría entendido que usted se fajara rebatiendo los argumentos de sus oponentes y perdiera después de dar la cara, peleando por lo que usted cree (lo sé, soy poco práctico, pero siempre me han emocionado las resistencias numantinas). Pues no, ni una cosa, ni otra. Usted se refugió en un restaurante huyendo en su actitud habitual, es decir, no hacer nada. Incluso llegué a pensar que usted estaba a la espera de recibir órdenes de no tengo muy claro quién. ¿Usted en qué cree? ¿Cuál es su ideología? ¿Le importa España y los españoles o sólo era una coletilla para ganar votos? ¿A quién ha obedecido? Lo lamento Señor expresidente, pero además, consumada su espantada, en vez de disculparse por dejar el gobierno de España en manos de una sopa de letras, se ratifica en una posición que no puedo menos de ver como soberbia y prepotente y critica a Ciudadanos, un partido que votó “no” a esa moción de censura, partido con el que discrepo en muchas cosas, pero parece el mundo al revés que sus críticas vayan contra el partido que vota “no”, y ninguna contra esos dos partidos que tienen, según sus palabras, una visión de Estado acreditada, es decir el PSOE y el PNV. No, la culpa es suya y de su partido, y ustedes son los responsables por omisión, por no hacer nada ni intentarlo para evitarlo. El resto, milongas para ingenuos y patadón al balón a sacarlo del área y ya veremos qué pasa.

            Y vista su actuación, miro hacia atrás y pienso. ¿De verdad su inacción con el golpe de Estado es sólo inutilidad o hay un trasfondo que desconocemos los ciudadanos de a pie? Todas sus medidas de destrozo a la clase media, su huida de cualquier ideología de centro derecha, sus política fiscal estrangulando la economía mientras repartía dinero a espuertas a gobiernos autonómicos en clara rebelión, ¿de verdad era lo que usted consideraba bueno para España, era un plan prediseñado o es que valoraba más mantenerse en el poder que resolver la situación que tenía entre manos? Cuando su Gobierno miraba para otro lado y un pequeño partido como es VOX tuvo que interponer acciones judiciales en defensa de la unidad de la Nación española, con unos recursos de los que carece, a fuerza de tesón, coraje y el apoyo de los españoles, ¿de verdad era usted incapaz de ver lo que se nos venía encima o es que le daba igual? Después del primer referéndum ilegal, ese que usted dijo que no se iba a hacer y se hizo, ¿de verdad no pudo hacer nada para evitar el segundo? ¿No pudo aplicar un artículo 155 duro en ese momento? Cuando un presidente autonómico golpista huye por la frontera, ¿de verdad usted no se lo esperaba o le daba igual? Cuando afirmaba que la economía iba bien, ¿quería decir sólo eso o que acaso sólo le importaba eso? Cuando usted se niega a dimitir y deja paso a un gobierno apoyado por una multiplicidad de partidos sin ninguna lealtad a la Constitución, ¿de verdad quiere que me crea que lo hizo para no parecer culpable? Si fuera así, le habría visto como un león defendiendo su gestión y su inocencia en las Cortes, no recluido en un Restaurante 8 horas, o ¿acaso quiera que crea que así se defendía? Discúlpeme que no lo entienda, porque según yo lo veo, para un Presidente del Gobierno el interés de la Nación debe estar por encima de su prurito personal, ¿o no?

No puedo afirmar ni concluir nada, porque ni usted ni su partido han hablado claro, y las dudas me asaltan. Y más allá de atacar a cualquiera que pueda desbancarles, siguen sin explicar que ha pasado y, mucho me temo, no lo harán; quizás ustedes consideren y crean que lo que cuentan es lo que ha ocurrido, pero permítame que yo no me lo crea. No me gustaría que tuvieran que ser mis descendientes lejanos los que se tuvieran que enterar de las verdaderas causas por las que usted y, no olvidarlo, el anterior Presidente del Gobierno, es decir, el tándem Zapatero-Rajoy han puesto a la más antigua nación de Europa, España, en una situación crítica. Si honestamente usted cree que ha hecho lo mejor, bueno, entonces creo que puede respirar aliviado, porque me barrunto que la nación española es más fuerte de lo que algunos pueden creer, pese a los malos gobiernos que en nuestra historia hemos padecido, porque los españoles (de derechas, centro o izquierdas) mayoritariamente creen en Ella, y también puede dormir tranquilo porque la ideología de centro derecha que usted y su partido han olvidado y castigado, también  está muy viva y vuelve a surgir en otras siglas.

            Por cierto, uno empieza a aporrear teclas y se olvida del juego que les propuse al principio. He de confesar que he hecho una pequeña trampa, eliminando unas pocas palabras, que se las pongo en negrilla; el texto original dice así: “En esencia se entró en un círculo en el que las repúblicas exigían cada vez más competencias al gobierno federal, de modo que si este se negaba a otorgárselas, se fomentaba un discurso victimista y de desafección al Estado yugoslavo, al que se acusaba de déspota y centralista. En caso de concederse las competencias exigidas, las repúblicas se encontraban en una posición más fuerte para continuar demandando más y más poder, mientras el Estado se iba adelgazando y debilitando progresivamente en una confrontación que sólo podía tener su último capítulo cuando ya no quedara nada más que transferir, o sea, cuando se obtuviera la independencia absoluta”. El libro, del que he extraído el párrafo, es un magnífico ensayo titulado “Y llegó la barbarie. Nacionalismo y juegos de poder en la destrucción de Yugoslavia” de José Ángel Ruiz Jiménez, y no tengo más remedio que recomendárselo. Como verán por el título trata de la disolución de la antigua Yugoslavia, y si bien tengo que reconocer que el punto de inicio histórico es muy diferente del de España, no estoy seguro que el objetivo de muchos no sea que el final sea el mismo, con los ríos de sangre necesarios para que los traidores y gentuza de todo pelaje consigan sus objetivos. Si pueden, léanlo y saquen sus propias conclusiones. Espero que al menos les haga reflexionar tanto como a mí.