miércoles, 17 de noviembre de 2010

ESTAMOS LOCOS

Cuando leí Hamlet, hace ya más años de los que me gustaría recordar, pude leer una frase que venía a decir que no existe nada que sea bueno o malo, es el pensamiento el que lo hace así. La dialéctica que plantea entre moral individual y moral social es profunda, y la única respuesta que el Buen Gobierno puede dar es la mínima restricción necesaria para que no se resienta la convivencia entre los ciudadanos, garantizando una esfera de derechos fundamentales y exigiendo un conjunto de obligaciones. ¿Cuáles? Pues dependerá del conjunto de los ciudadanos, de sus vivencias presentes, de su pasado, bagaje cultural, evolución e inquietudes, de su vida en suma. La moral social, colectiva, reprenderá o no determinadas actitudes, porque considerará que son buenas o malas para la colectividad, pero cada individuo es muy libre de considerar esas actuaciones moralmente reprobadas como buenas o malas. Vamos, póngase la melena hippie y repita conmigo vive y deja vivir.-


Y, sin embargo, en esta España nuestra, más que nunca de charanga y pandereta, los ciudadanos han entrado en una especie de delirium tremens, sin pensar, analizar ni discrepar; se tragan sin recato el soma que les venden unos políticos y satélites apesebrados, envasados en el buenismo y lo políticamente correcto, que no son más que el embozo de fascismo (o estalinismo, que para eso son vecinos ideológicos) en un mundo globalizado de chalados. Y que quieren que les diga, a mí personalmente, no me pone nada ese futuro  de bobos al que nos llevan.-

Hace unos días oí una sugerencia, revolucionaria sin duda, para solucionar los problemas sanitarios del país. Se sugería que las enfermedades producidas por el tabaco no fueran cubiertas por la sanidad pública… Así, con dos bemoles y sin despeinarse. Ya sé que es la cruzadita de moda de estos ineptos que nos gobiernan, pero me preocupa la mirada de inteligencia bovina que veo en muchos ciudadanos, y la pasividad letárgica de los partidos políticos de la oposición. Y yo pensé… Tengo la solución para la sanidad. En la recepción de urgencias, pongan un poeta, de la ceja a ser posible, y reducimos gastos a granel. Así, problemas de infarto en personas de sobrepeso, pues nada, “por cebón, muérete cabrón”, problemas de hígado por exceso de jumilla, pues “por beodo, te vas sin más al hoyo”, que has cruzado mal la calle y te han atropellado, pues “por suicida, para ti no hay camilla”, y claro, si es que tienes una vida disoluta, pues no sé, se me ocurre “por mujeriego, se te va a caer el huevo”. Cuando a Kid Karson le diagnosticaron una grave enfermedad, y le dijeron que tendría que comer sopas de leche, salió del médico, se metió en el “saloon”, y después de meterse entre pecho y espalda una buena ración de bisonte, whisky a espuertas, habano del bueno, y café negro como el infierno, murió con semblante plácido; espero que sepa esto en el otro barrio y que no se le ocurra reencarnarse en España, porque aquí por eso, dentro de poco, terminará en el trullo.-

Pero estas medidas revolucionarias, que son la política sanitaria del futuro, esa que ha empezado prohibiendo a los niños comer bollos en el colegio y dando bombas hormonales a las menores, esa que meterá a los fumadores, a los pocos que resistan, en una jaula del parque zoológico para que los niños les tiren cigarrillos, sí, esa misma, necesita avances revolucionarios más profundos, con hondo contenido ideológico y sobre todo social, porque aquí lo que no se disfraza de social, que quieren que les diga, no existe; así que si usted es católico, pues nada, que le asista el canónigo, y si es liberal, sus hijos colegios no tendrán, y si es de derechas, bueno, si es de derechas mejor piense en irse de este país porque le veo en el zoológico con los fumadores. Y ya puestos, que las mozas no se pongan escote o minifalda, y que todos seamos altos y con RH negativo… ¡Ahí va!, perdonen, que lapsus, si quieren prohibir en una ciudad andaluza que las taxistas lleven vestidos escotados y minifaldas, en un pueblo catalán de playa que las mujeres vayan en bañador o "top", y lo del RH… algo recuerdo del de las nueces. Me temo que el Gran Hermano ya está aquí.-

Claro, que luego oigo que el partido gobernante y el de la oposición quieren reconocer en Melilla como festivo el día grande de los musulmanes. Somos tan buenos y tan tolerantes que me da un gustirrinin que les daría envidia. ¿Qué fiesta nos quitarán?, aún no lo sé… Pero debo decirles que la medida es cicatera, pobre, miserable, mezquina y avara, impropia de políticos con tanto talante y aliados de todas las civilizaciones que en el mundo son. Nada de nada, asumamos las fiestas de todos los emigrantes que están en España. Propongo lista abierta de fiestas peruanas, colombianas, israelitas, polacas, rumanas, argentinas, rusas, chinas (jo, que guay, dos celebraciones de fin de año); celebremos con fruición el día de la pacha mama, de la fiesta de los indios apaches (alguno habrá, digo yo), del Yom Kippur y la sublevación de Varsovia. No se preocupen ustedes que ya buscamos algún día para trabajar, poquito ¿eh? O acaso, ¿el resto de emigrantes no tienen los mismos derechos?;  y los españoles, ¿tienen que renunciar a sus fiestas? Y si les parece mucho, lo hacemos por barrios… No sé, en Tetuán las de Colombia, en Lavapiés la de China, y así sucesivamente. Y si encuentran algún amigo (seguro que sí) que haga, con cargo al dinero público, una guía de fiestas, festejos, cachondeos con y sin arrumacos y similares, y así nos aclaramos mucho mejor todos. Porque no quiero pensar que ustedes son unos mancha pantalones que quieren contentar a los que ponen bombas y gritan en la frontera… No es eso, ¿verdad? porque tanto traje en las noticias y tanto modelito de ministro, da que pensar. Y aún así, hay ciudadanos que lo asumen con normalidad, tragándose todo, sin cuestionar, criticar, ni debatir, pero señalando y marginando al que discrepa.

Hay que asumir que en nuestra sociedad moderna, aborregadamente sana (repitamos todos, beee..., beee...), no se admite al contrario, al que no compra la moto que nos venden (con casco y vaselina incluida) para llevarnos al huerto. Es peligroso, políticamente incorrecto, y, además, no pega en los programas de corazón, y por ello tiene que ser expulsado del mundo falsamente feliz en el que nos adormilan, para luego enviarnos, como el Viejo de la Montaña, a morir deprimidos en la miseria y el paro. Y, sin embargo, sonrío, porque recuerdo con nostalgia los años 80, con un lastre nacional de problemas sociales y económicos, pero con esperanza en el mañana, esos debates generales, ese pensamiento crítico, el inconformismo, esas cervezas que tomábamos, juntos un marxista-leninista, el de falange de toda la vida, el que cantaba en el coro parroquial y el que “pasaba” de todo, hablando, debatiendo, riendo, aceptando al diferente, al que discrepaba, tolerancia y libertad, pura democracia en la calle, para llegar ahora a este fascismo de talante pueril. Desde luego, estamos locos…