martes, 9 de noviembre de 2010

¿DEDON VAS ROTEPAZA?

Hace unos días, releí la novela Damian, escrita por uno de los autores favoritos de mi época adolescente; en el inicio de la obra me encontré con una frase que decía “la vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero”. Y no sé si les pasa a ustedes, pero hay frases que se meten en la cabeza y martillean inmisericordes durante un tiempo hasta que se ocultan en el zaguán de la memoria. Yo, que quieren que les diga, creo que son los espíritus lares que la susurran repetidamente con un propósito concreto.-

Y así debió de ser, sin duda alguna, porque a los pocos días oí la noticia que explicaba las medidas revolucionarias que este penoso gobierno que soportamos, iba e implantar en la educación. Por supuesto, no se mejoraba el sistema educativo, ni se reforzaban los contenidos, de eso nada monada… Para gilipolleces estamos; esos son fruslerías y pérdidas del valioso tiempo de nuestros politiquillos de tres al cuarto; en el país del 20% de paro, ¿quién piensa en mejorar la educación?. Lo que de verdad importa, lo que vaga, lo que peta, es meterse en los recreos del colegio y prohibir los juegos sexistas. Yo, fiel cumplidor de las estupideces retroprogres que, de vez en cuando, vomita el Boletín Oficial del Estado, con gesto enérgico, faz adusta, requerí la inmediata presencia de mi hija de siete años, que, sin demasiado ímpetu, todo hay que decirlo, acudió al requerimiento paterno, convertido ya en implacable ejecutor de la norma. Y a tal fin la exigí un informe diario de los juegos y juguetes que utilizaban en el recreo del colegio. Tengo que confesar que después de explicarle lo que nuestros venerables diputados habían aprobado, me sentí como el emperador que iba desnudo por la calle después de adquirir un traje invisible (¿Habrán prohibido también este cuento?). “Papá, que tonterías dices”, me replicó, y según se daba media vuelta me dijo, “además a mí no me gustan las muñecas”. Ya ven ustedes, niños del siglo veintiuno frente a políticos que deben esconderse en los aseos a leer un resumen de Tótem y Tabú, a ver si logran entender sus frustraciones sexuales.-

En este país que de los tiempos de la Mesta sólo (acentuado, señores académicos, ¿qué pasa?) quedan los rebaños andando por las calles, la norma ha quedado relegada al chascarrillo fácil, a la sonrisa leve y a la resignación sobre la inutilidad de una gravosa casta política que, además de no resolver ninguno de los problemas que padecemos, pretenden legislar hasta los juegos de nuestros hijos. Fue en este momento cuando recordé la frase del libro que les indicaba al principio de este artículo, y, sin rubor lo digo, sentí miedo.-

Miedo porque el Duce debe estar aplaudiendo desde su tumba la deriva totalitaria y represora de las libertades que están tomando nuestros gobernantes; el sendero, el esbozo del camino, es el del totalitarismo, el de la represión, el de la etiqueta fácil. Me da igual camisas negras, camisas pardas, flores en la mano o mariposas en vuelo, sino que lo que de verdad me importa quienes apuestan por la libertad, sin miedos y sin tapujos. De nada me sirve que me vendan palabras si no se soportan en principios. Reflexionen señores políticos, especialmente los que gobernarán en el futuro o los que serán la llave de futuros gobiernos, porque me temo, que los que ahora nos mal dirigen no tienen ya remedio. Para ellos, me permito traerles una cita del Dr. Albert Ellis que dice “Revise su dogmatismo, su necesidad de certeza, su rigidez y su empeño obsesivo-compulsivo en ‘convencer’ a los demás para que sigan sus normas y restricciones”.-

La libertad se siente, se vive, se aplica; la libertad es enemiga de la intromisión innecesaria en la individualidad sacrosanta de los ciudadanos; la libertad no acompaña al que pretende imponer sus ideas; la libertad es enemiga del dogma y del fariseísmo. Y que nadie crea que las pequeñas cosas, son insignificantes. Un amigo informático me comentó que los pixel son invisibles, pero que pixel a pixel imprimía la fotografía completa. Y si contemplamos cada pequeña norma que pasa desapercibida en el desplome de nuestro país, el cuadro es el de la dictadura de lo políticamente correcto, de la separación del disidente y de la censura del crítico.-

Legislan sobre lo que pueden jugar nuestros hijos, regulan su alimentación, suplantan a los padres, retocan cuentos infantiles, falsean la historia, censuran a determinados escritores, señalan a otros como no afectos, y así, lamentablemente, empiezan las dictaduras ante la indiferencia y complacencia de los ciudadanos.-

Así que, o lo remediamos o tendré que recordar un juego infantil, que hoy tararearía así: ¿Dedon vas rotepaZa?; y rotepaZa jodi, ¡por ñapaEs rapa lazartrodes y que no la canozco ni la drema que la riopa!