Llevo un tiempo enojado, nervioso, enfadado,
agobiado y saturado, estas épocas en las que a uno no le aguanta ni su reflejo
en el espejo. Sensaciones incómodas, sin causa aparente, recurrentes y plomizas,
molestas porque no se saben de donde vienen ni para que sirven, extrañas en una
sociedad en la que vivimos permanentemente en el día de la marmota, en bucles nefandos,
en círculos personales, sociales y nacionales de los que no queremos salir, en
norias ideológicas, sentimentales y morales que no nos llevan a destino alguno.
Hace unos días, leyendo el libro Los Asesinos del Emperador, me llamó
especialmente la atención un párrafo que decía “…Había uno en particular que
aunque hubiera dejado de ladrar no dejaba de morder la gruesa cadena con la que
le habían atado, pero sus dientes no podían contra el metal”. El autor está
narrando el fin de Pompeya, y de improviso sentí que la sensación que debía
experimentar el perro atado, presintiendo el fin de la ciudad que va a ser enterrada
en lava y ceniza, sin posibilidad alguna de huida por la cadena que le habían
puesto al cuello y que le conducía inexorablemente a la muerte, podía ser
parecida a la desolación que llevo tanto tiempo experimentando. Quizás hemos
perdido esa armonía con la naturaleza que permite anticipar un cataclismo
natural, pero creo que sí que conservamos esa percepción con los movimientos
sociales, y que si la usáramos podríamos cambiar nuestro devenir. Si les place,
escuchen, miren, y piensen; yo acepto de buen grado la posibilidad de
equivocarme en lo que pienso y escribo, es más, espero estarlo, pero creo que
el estallido del volcán económico y social sobre esta Nación, que parece sufrir
idiocia hace ya demasiado tiempo, va a ser tan devastador como una océano de
lava, ceniza y fuego sobre una ciudad desprevenida. El combustible que se
empeñó con ahínco en preparar el Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero y que, con
ansia pirómana, encendió y convirtió en una pira monstruosa, lleva camino de
convertirse en un incendio devastador de la mano del Gobierno tecnócrata del
Sr. Rajoy, al que, si lo hados, el fin del mundo Maya o quizás el vacío
cuántico, no lo impide, será sustituido, antes del fin de su mandato, por
alguien impuesto desde allende los Pirineos y con antecedentes profesionales en
algún gran banco, preferiblemente extranjero.-
Y
es que este Gobierno da cera donde tenía que dar caña y flagela donde tenía que
usar seda. La mayoría de las medidas que han tomado destrozan pequeñas y
medianas empresas, empobrecen a la clase media, aumenta el número de
desempleados y nos llevan al averno griego. Su programa electoral y su discurso
de investidura se ha n convertido en un papiro de ficción, que al igual que en la
obra de teatro de Los Intereses Creados, unas cuantas comas han cambiado completamente
su sentido. Donde ustedes decían que no subiremos los impuestos, sin duda por
el efecto de los trasgos que se ocultan en las imprentas y ordenadores, debían
querer decir no, subiremos los impuestos, y donde hablaban de nunca hablaremos
con los terroristas empiezo a pensar, y no sé si andaré errado, que quizás
querían decir que nunca, hablaremos con los terroristas. Así, coma a coma y
punto a punto, han perdido las elecciones en Andalucía. Porque por estos lares
es cierto que ni el tato se lee los programas electorales, pero lo que es
tragar tubos, plasmas y leds
audiovisuales a todas horas, lo hacen casi todos los indígenas, inmigrantes,
residentes y creo que hasta los alienígenas que pasan a vernos, así que frente
a un gobierno dispuesto a asfixiar económica y socialmente a todo contribuyente
a la vista, no me extraña que muchos de sus votantes se queden en la piltra y
los que no lo son, mantengan en el poder a los primeros responsables de este
desastre, porque algo al menos esperan sacar, sean subvenciones, prestaciones o
un paraguas para el chaparrón tributario con el que nos están ahogando.-
Ya
comenté anteriormente lo que opinaba de su reforma laboral, y podría hacerlo de
sus medidas fiscales, que detraen recursos de los ciudadanos para alimentar al
monstruo político que ustedes se empeñan en mantener, de la innegable reducción
de las prestaciones sociales a los ciudadanos, del trato exquisito a grandes
empresas y entidades financieras, mientras las mismas se encargan de
canibalizar a todo españolito que puedan, de la proliferación de normas
dispersas y desordenadas en vez de un bloque compacto y coherente. Pero ya creo que el problema de este gobierno es
más de fondo que de capacidad; este gobierno no está dispuesto a reformar, sólo
en retocar. Este gobierno no está dispuesto a afrontar el reto de dar un nuevo
rumbo al futuro de la Nación, porque sabe que tendría que llevarse puesto los
pesebres políticos en que se han convertido las autonomías, los privilegios de
tanto vividor, las subvenciones que alimentan a las miríadas de parásitos que
tenemos, la jeta de nacionalistas desbocados y a élites económicas que viven de
la especulación y el dinero fácil en vez de la creación de riqueza.-
Este
es un tiempo de escudo con escudo y gladio adelante, de esfuerzos comunes, de
defensa de la frontera frente al invasor que va a arrasar años de esfuerzo y
trabajo, logros sociales y sueños de libertad, pero me temo que el inicuo cáncer
social en forma de aldeanismos,
pelotazos, corruptelas, enchufismos, indiferencias, egoísmos, soberbia,
orgullos vacuos, en definitiva, lo que hemos creado con ahínco, en el que hemos
vivido y del que ahora padecemos sus consecuencias, es tan poderoso, capaz de
marginar a los que pueden solucionarlo y que sigue ensalzando a los que lo generaron
y a los que lo siguen agravando, que en breve vamos a vivir un infierno
dantesco. No se ustedes, pero yo seguiré
royendo la cadena para intentar librarme de este cataclismo; si no llega seré
el primero en reconocer mi error, pero como acontezca, que cada uno, si se atreve,
si tiene redaños, se mire en su espejo, piense en lo que hizo para evitarlo,
sepa distinguir a los ejecutores, para que, al menos, las generaciones que nos
sigan se puedan ahorrar el repetir una vez más tamaña suerte de dislates y
errores.-