Aunque no se lo crean, estamos en elecciones. Sí, al igual que ese anuncio del turrón que volvía a casa por Navidad, este año no puedo menos que pensar que Papá Noel ha repartido sus sacos entre algunos partidos políticos para los niños mediáticos que creen que somos. Y siento decirles que yo creo en los Reyes Magos, seres entrañables repletos de magia, ilusión y sueños, así que ese fardel creado por centros de manipulación social se lo pueden ahorrar, porque tengo presente el Tratado de la República que en uno de los párrafos dice “…No puedes acudir cuando quieras y como quieras en socorro de la República estrechada de peligros si no te has colocado en condición que te permita hacerlo. Lo más admirable que encuentro en los discursos de estos doctos varones es que aquellos que no se creen capaces de ser pilotos en mar tranquilo, porque no aprendieron a serlo ni se curaron de ello, se crean aptos para empuñar el timón en medio de embravecidas olas".-
Por un lado tenemos a los creadores del desastre económico, político y social encabezados por un vicepresidente del peor gobierno de la historia de España. El que ha permitido que lleguemos a los seis millones de parados, el que deja entrar a los asesinos en las instituciones del Estado, el que ha permitido colas en casas de caridad, en comedores sociales, que creo no se veían desde la postguerra, se presenta ahora como el salvador de la crisis, la esperanza frente a una derecha voraz y prepotente. ¿Y eso me lo dice el gobierno que ha financiado a la banca que deja a los ciudadanos sin sus casas? ¿Y eso lo vende quien ha primado a las grandes empresas frente a la pequeña empresa? ¿Y eso lo cuenta el que ha perseguido a ciudadanos por fumar o descargarse una canción? ¿Es que acaso en este país las mentiras pueden ser indefinidas? El azote y castigo de los pensionistas, ¿habla de política social?; el que retira la ayuda a las madres, ¿se viste de prócer de la ciudadanía?; el que retira la ayuda por la compra de la vivienda, ¿se atreve a hablar del futuro de los jóvenes?; los que han mantenido un sistema educativo nefasto y desigual, en la que cada español es extranjero en otra Comunidad Autónoma, ¿osa hablar de futuro para nuestros jóvenes?
Por otro lado, tenemos a los sigilosos, los que han callado cuando debieron haber hablado; los que han pactado anteriormente con los nacionalistos otorgándoles concesiones que ahora pagamos todos; los que están dispuestos a gestionar mejor pero a no arreglar nada, los que conociendo la necesidad de una profunda reforma política callan con premeditación, los que debiendo estar al lado de las víctimas, se esconden de lado, los que están más preocupados de la corrección política que de enfrentarse a los problemas urgentes del país, los que cuando gobernaron no aplicaron las medidas que habrían impedido el gobierno de iluminatis que hemos padecido.
Y los ciudadanos asisten al partido de ping-pong mirando de un lado a otro, cegados por la campaña, engañados por los lemas, miopes ante las mentiras, y no ponen, ni les dejan, un ápice de crítica propia ante tanta palabrería, ante farragosos programas y ante tantas majaderías. ¡Eso sí que es tener un buen ventrón!
Y es que en España votar a un partido es pertenecer a una secta. Da igual las acciones de los que gobiernan y la de los que aspiran a gobernar; el blasón es pertenecer a un grupo, hagan lo que hagan y digan lo que digan. Aquí uno pertenece a un partido político como a un equipo de futbol. ¡Vamos, que viva er beti manque pierda! Y todavía nos extrañamos de nuestra situación y de la heredad que vamos a dejar a los que vienen tras nosotros. Según todas las encuestas, los dos partidos mayoritarios no tienen ninguna credibilidad, no inspiran confianza y además se desaprueba su gestión. Y sin embargo, esos mismos ciudadanos en las mismas encuestas dicen que les van a votar. Decididamente, o nos hemos vuelto locos, o el complejo de pertenecer a estos tinados políticos es más fuerte que nuestro propio instinto de supervivencia.-
En estas elecciones nos jugamos mucho más que una recuperación económica. Sobre el tablero político está la propia supervivencia de España como Nación, la solidaridad entre los españoles, el derecho a una educación y una sanidad igual en todo el territorio nacional, la existencia de una justicia independiente que garantice los derechos de los ciudadanos frente al poder político, la reducción de un estado autonómico voraz que es la sangría de los ciudadanos, la creación de unas bases políticas saneadas y sólidas que eviten en el futuro este desastre de gobierno que hemos padecido. En definitiva, los dados vuelan sobre el tapete, y los que los tienen que arrojar son los ciudadanos. Espero sinceramente que sepan cruzar este Rubicón, mirar los programas de los partidos y decidir quién está dispuesto a arrostrar el riesgo de un cambio político tan urgente como necesario. Tan sencillo como pensar que es lo que usted quiere, que es lo que piensa del estado autonómico, si cree en el derecho de todos los españoles a recibir la misma educación y con libertad lingüística, quien cree que puede afrontar estos y otros cambios y optar, sin complejos y sin miedos. Usted es un ciudadano libre con responsabilidad con nuestro presente y con nuestro futuro, así que si su elección es roja o azul, tiene mi más absoluto respeto, pero examine su papeleta no vaya a ser que en el fondo es verde o magenta.
Ahora el voto es suyo, sólo suyo. Cientos de años de lucha en Occidente para garantizar la libertad del voto, se merecen que usted vote libremente a quien crea que va a resolver los problemas de la Nación y no a la casta política que le manipula.