lunes, 11 de julio de 2011

HISPANUS NOVUM SORDIDUS

Estaba en el autobús hace unos días con una novela titulada la Columna de Hierro, y envuelto en las togas de Cicerón, Pompeyo y Julio Cesar, me llamó la atención un párrafo, relativo a la albórbola experimentada por los ciudadanos al regreso del exilio de Cicerón y que decía “…ninguno de los que está aquí siente esto de veras. No ha sido más que una excusa para un día de fiesta, para tener libertad y chillar y gritar hasta el histerismo, para zafarse de todo control y brincar y saltar, sin temer que nadie les mire de soslayo frunciendo el ceño, para abrazar y retozar, para portarse como animales inconscientes, todo ruido y exuberancia”. Y la lectura se cruzó con la conversación de otros pasajeros que, como ya es habitual en esta sociedad que padece el síndrome “la noria”, gritaban más que conversaban, sobre la acampada de la Puerta del Sol en Madrid. Y casualidades de los hados, relacioné el párrafo que leía con la conversación que todo el autobús escuchaba. Y entre frenazo y acelerón, pensé en como esta revolución cutre española encajaba en la imagen de una masa de personas con ganas de cachondeo y que se sienten más actores en una isla supuestamente salvaje de un concurso televisivo, que protagonistas de un movimiento social reivindicativo.


Debo confesar que en el inicio de esta algarada pensé, con esperanza, que comenzaba un movimiento social reivindicativo; creí que una sociedad letárgica estaba despertando; confié en que mis catalépticos conciudadanos estaban reviviendo; pero mi gozo, lamentablemente, de nuevo al pozo de las desilusiones políticas.-

Esta revolución no es un movimiento de protesta, ni una exigencia de regeneración política, ni una muestra de hastío contra una casta política parásita y derrochadora. Esto es, sencillamente, una cutrería de tamaño descomunal. Esto es más parecido al anuncio de una colonia… ¿Recuerdan? ¿No?, pues esperen que se lo voy a relatar…

“Estaba yo perdido en la casba, pasaba entre dos coches que eran el excusado de las chicas, chapoteando entre líquidos sospechosos, cuando me encontré la abacería del amor, con el cartel, “no nos miréis mientras follamos”; y entonces apareció…”. Vamos, que el que quiera buscar a "Jacks" o a otro u otra similar, ese era su sitio, porque un lugar tan pintoresco, reunión de tenderetes, chiringuitos, basura y litronas, es más propio de un anuncio de colonia que de una revuelta social ante una situación insostenible y dramática. Y uno piensa, que para ese viaje no hacían falta alforjas, que se queden dándole a la birra en el parque, trincando a la moza o mozo donde se tercie, y pegando gritos a la salida del garito como es habitual en las noches madrileñas. Vamos chatos, que si vais de revolucionarios lo tenéis claro; sois una pandilla de nenes de papi y mami vestiditos de marineritos revolucionarios, con un añadido de pasados, ultras y afectos al desbarre; vamos, igualito, igualito que los de Pekín o los de Atenas, así, recordando las revueltas recientes. Vamos, que vosotros montáis el aduar, el campamento cutre, las vacaciones aventureras entre los adoquines de la Puerta del Sol, y a esperar, ¿el qué? ¿Las uvas del día 31 de diciembre? Así, que venga guapos, ahora a continuar la jarana tomando unas cervecitas al chiringuito, que después del terremoto económico, cuando venga el surami que se está preparando no os va a tomar en serio ni el tato.

Seamos serios… Han tomado la Puerta del Sol como si esto fuera un campamento bereber, las harkas; no se han ido a la calle Ferraz, no claro, ni al Congreso de los Diputados, ni al Palacio de la Moncloa, ni al Ministerio de Economía, ni al de Trabajo, ni al Banco de España… No, ahí no, no sea que lluevan palos; mejor aposentar sus reales bajo la atenta mirada del oso y el borrachín, que es bien sabido que el oso se coloca con el madroño, y no hay mejor explanada en Madrid para darle al frasco, plantar la tienda de campaña, el tenderete y el rastrillo. ¿Cómo estos revolucionarios cutres van a ir a exigir la responsabilidad al que de verdad la tiene, al Presidente del Gobierno, a sus Ministros, al entorno financiero y político que le rodea? ¿Ni siquiera os atrevéis a pedir la dimisión del Gobierno y el adelanto de las elecciones? ¿Y visitando de noche el Congreso creéis que habéis cumplido?; no, si ya sé que la culpa la tiene el oso, por cogerse una buena tajada, así que dimita el oso y se marche a Asturias que seguro que vivirá más tranquilo.

He oído muchas interpretaciones sobre cómo se inicia este movimiento, o mejor dicho, este emplazamiento, porque estarán conmigo en que moverse, moverse, no les caracteriza, Vamos, que si alguien estaba pensando en un poco de ejercicio, que evite esto porque entre la botella, el bocata y la falta de ejercicio, el colesterol debe dispararse. He oído sectores de la “derecha” acusando al gobierno de preparar la revuelta para cuando lleguen al poder, caracterizándose, como siempre, por vender la piel del oso (¿será el del madroño?) antes de cazarlo. He oído a sectores de la “izquierda” llevándose el ascua a su sardina, que ya se sabe son tan expertos en vender humo como en destrozar la situación económica y social de este País. Y sin embargo, creo que en este poder de políticos y oligarcas financieros, han visto que la olla está muy sobrecalentada, y que lo mejor es abrir la válvula de seguridad. Los que pisen monte sabrán que una buena forma de combatir un fuego es con un contrafuego… Pues la mejor manera de combatir un previsible estallido social es crear uno pequeñito, chiquitín, cutre, algo así como una acampada en la Puerta del Sol. Cogemos unas cuantas ideas desperdigadas, unas de partidos políticos incipientes, otras de cibernautas, otras de ejecutados hipotecarios, otras de indignados varios, hacemos un refrito, y lanzamos a unos cuantos a disfrutar de la canícula madrileña y del cachondeo nocturno, y de paso, evitamos que la calle estalle de verdad, no sea que dé a los manolos por tirar de faca y garrote en un contemporáneo Dos de Mayo, que por estos lares, cuando nos ponemos acémilas lo somos y mucho.-

Y sin embargo, el que planificó esta cutredad puede que no haya calculado bien, porque no todos iban de vacile, ni todos han terminado decepcionados, y muchos han visto que por tomar la calle no pasa nada Y, a veces, sólo a veces, las brasas de incendios controlados generan efectos devastadores…